Te conseguí la luz del sol a medianoche
y el numero después del infinito
e instale la osa mayor en tu diadema
y tu seguías ahí como si nada.
Endulcé el agua de mar para tu sed
te alquilé el cuarto menguante de la luna
y como buen perdedor busqué en la cama
las cosas que el amor no resolvía.
Y como duele que estés tan lejos
durmiendo aquí en la misma cama
como duele tanta distancia
aunque te escucho respirar
estas a cientos de kilómetros.